Cuando pienso en los momentos más transformadores de mi vida. Momentos que me reacomodaron, me suavizaron, me rompieron para abrirme—nunca fueron en salas estériles bajo luces fluorescentes.
Fueron en el agua.
En el silencio de los árboles.
En las manos de mis mayores.
Fueron en lugares donde recordé no solo quién era, sino a quién pertenecía.
Como terapeuta y sanadora arraigada en la praxis decolonial, regreso a este saber, especialmente cuando acompaño a clientes en el periodo perinatal.
El embarazo, el parto, el posparto y la crianza temprana no son solo procesos biológicos: son ritos de paso sagrados. Sin embargo, en muchos sistemas médicos occidentales, este tiempo se despoja de su profundidad espiritual y ancestral.
Muchas personas gestantes con las que trabajo llegan a terapia no solo cansadas, sino desorientadas. No solo ansiosas, sino desconectadas.
Les dicen que “sobrelleven” y “vuelvan a la normalidad”, cuando lo que realmente necesitan es recordar.
Ese recuerdo suele habitar en dos lugares:
He visto lo que pasa cuando alguien entra en contacto con la naturaleza después de semanas de privación de sueño y caos posparto.
Su respiración se calma.
Sus hombros se relajan.
Su sistema nervioso, atrapado en modo de supervivencia, recupera su ritmo.
Esto no es coincidencia. Es biología, sí—pero también es legado.
Las enseñanzas indígenas siempre han reconocido esto: que no estamos separados de la naturaleza; somos naturaleza.
La sanación ocurre cuando nos reconectamos con esta relación.
¿Qué pasaría si se tratara de regresar a un ritmo más profundo—uno que honre la tierra, tu cuerpo y tus ancestros?
Sabiduría que no está en los libros.
En muchas culturas, el parto no es un evento médico—es uno comunitario. Se reúnen los mayores. Se cantan canciones. Se prepara comida.
Los bebés son recibidos no solo con brazaletes hospitalarios, sino con ceremonias espirituales.
Estas prácticas ancestrales no están desactualizadas; son esenciales.
Nos enseñan responsabilidad relacional—la idea de que la sanación no es solo para nosotros, sino para nuestra línea ancestral y nuestras generaciones futuras.
Nos recuerdan que el periodo perinatal no es sobre rendimiento—es sobre presencia.
La psicología occidental a menudo centra la autorrealización, pero en los marcos indígenas, la identidad es colectiva. Te moldean la tierra en la que estás, las personas que te criaron y las historias que viven en tus huesos.
Esta conciencia puede ser un bálsamo en la niebla posparto, cuando el mundo te pide criar en aislamiento pero tu espíritu anhela una aldea.
En YAI Wellness, no ofrecemos apoyo de salud mental estándar.
Ofrecemos un espacio para enraizar:
Ya sea que te estés preparando para dar a luz, navegando una pérdida, ajustándote a la vida posparto o simplemente tratando de volver a sentirte tú misma, estamos aquí para recordarte:
Ya estás sostenida.
Por la tierra.
Por tus ancestros.
Por la sabiduría sagrada que vive en ti.
Esto no es regresar a la naturaleza como escape—es regresar como un hogar.
A la tierra.
Al linaje.
A ti misma.
If you’re navigating family expansion or parenthood and seeking support that empowers you, we are honored to walk beside you.
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