He estado frente a muchas personas en el periodo perinatal—embarazadas, en posparto, en duelo o en los primeros días de crianza—y noto un patrón recurrente: muchas están conteniendo la respiración, esperando permiso para exhalar. Para sentir. Para ser humanas. Para desmoronarse y aun así sentirse dignas de cuidado.
Como terapeuta decolonial y madre, entiendo que el periodo perinatal no es solo clínico—es profundamente relacional. Es un despliegue sagrado de identidad, ancestralidad y profundidad emocional.
Y, sin embargo, nuestros sistemas de salud suelen reducirlo a listas de control, instrucciones de alta y revisiones de seis semanas que apenas tocan la superficie.
Ahí entra el Amor Radical—no como una palabra de moda, sino como brújula.
El Amor Radical consiste en presentarse a la verdad, especialmente cuando es incómoda o desordenada. Nos invita a replantear lo que significa apoyar a alguien—no arreglándole o apresurándole—sino presenciándole por completo.
Es un amor disruptivo, ancestral y sanador.
Un amor que dice: “No tienes que aparentar bienestar para merecer cuidado.”
En los marcos occidentales, especialmente para personas gestantes BIPOC, el amor a menudo es transaccional—ganado a través del silencio, la fortaleza o el estoicismo. Se nos elogia por soportar el dolor en silencio, por “arreglárnoslas”, por sobrevivir con una sonrisa.
Pero el Amor Radical lo invierte. Dice:
Puedes desmoronarte.
Puedes pedir ayuda sin vergüenza.
Puedes nombrar lo que te ha dañado y esperar algo mejor.
El Amor Radical da espacio para que el duelo, la ira, el miedo y la alegría coexistan. Honra la totalidad de la experiencia perinatal, incluidas las partes que no salen en las fotos del baby shower.
Reconoce que el parto, el posparto y la crianza no son solo actos físicos—son umbrales emocionales y espirituales. Y que cruzarlos merece un testimonio sagrado.
En muchas enseñanzas ancestrales, el amor no es un estado pasivo—es una práctica de interconexión.
No crías a un hijo sola. Lo haces con el aliento de tus ancestros, con la memoria de quienes vinieron antes y con la esperanza de quienes aún están por venir.
Cuando me siento con una persona, no le pido que sea fuerte—le invito a ser completa.
A volver a sí misma sin juicio.
A escuchar las señales de su cuerpo sin anularlas.
A decir lo que es cierto, incluso cuando es difícil.
Eso es el Amor Radical en acción. No perfección, sino presencia.
Para muchas personas gestantes BIPOC, no hay separación entre sanación y comunidad. La sanación es inherentemente política, espiritual y encarnada.
Por eso, en YAI Wellness ofrecemos un cuidado que no solo está informado por el trauma—sino por la verdad.
Sostenemos tu rabia y tu alegría con igual reverencia.
Caminamos contigo, no delante de ti.
Y recordamos: la sanación no es un destino.
Es un ritmo.
Un regreso.
Una reclamación.
No tienes que atravesar esto sola. Nunca lo tuviste que hacer.